Científicos tucumanos probaron que el chañar y el mistol tienen eficacia terapéutica. La única diferencia entre ambos es que el efecto analgésico del chañar es más fuerte.
Una miel espesa, casi negra, que se hace con el dulce fruto del chañar, resulta ser el arrope o jarabe mágico en el que personas de todo el mundo están poniendo el ojo en esta vuelta a lo natural que se impone en el planeta.
Los vecinos de los Valles Calchaquíes, donde abunda el fruto, heredaron este saber se sus abuelos y bisabuelos. No solo untaban el dulce arrope en los bollos del desayuno y la merienda, sino que lo usaron siempre, sin dudar, para superar desde un simple catarro hasta una bronquitis o un problema pulmonar. Afortunadamente, toda esa ciencia casera, ahora cuenta con sustento científico.
Cómo es el proceso del arrope?
Se junta la fruta en diciembre y enero una por una del suelo, porque mientras va madurando, se va cayendo. El fruto tiene que estar muy maduro para el arrope y hay que rogar que no llueva antes de juntar para que no se pudra.
Se coloca el fruto sobre una cama de caña para que se seque bien al sol y cuando está bien dorado y seco, se lo lava y se pone en los tachos a hervir con agua al fuego de leña por varias horas. Después se desmenuza manualmente, se prensa, y se pasa por lienzos dos veces para que salga todo el jugo del chañar. El paso siguiente es hervir el jugo en una paila hasta conseguir el arrope bien espeso.
De 30 kilos de fruto de chañar se sacan entre 5 y 6 litros de arrope. La paila hierve al fuego unas 15 horas para lograr el arrope de chañar.
La producción de arrope de chañar es una fuente de trabajo cada vez más importante para los vecinos de los Valles Calchaquíes. Actualmente se vende a razón de $500 el litro. Un precio muy razonable para las horas de trabajo que este producto requiere.
La cara científica del chañar
Investigadores tucumanos certificaron en laboratorio cuatro propiedades de la fruta del chañar (efecto expectorante, antitusivo, antiinflamatorio y analgésico), y tres para su arrope (todas las anteriores menos la propiedad antiinflamatoria, que se perdería durante la cocción de la fruta). Adrián Reynoso, Nancy Vera, María Eugenia Aristimuño, Adriana Daud y Alicia Sánchez Riera desarrollaron esta línea de investigación en la cátedra de Farmacoquímica de la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia (FBQF) de la UNT. El equipo publicó su trabajo sobre el chañar en dos reconocidas revistas científicas: Journal of Ethnopharmacology y Journal of Nutrition & Food Sciences.
Adrián Reynoso demostró, en el trabajo con el que obtuvo su doctorado en Farmacia, que el mistol y el chañar poseen las propiedades citadas. En el trabajo analizó tanto frutos (de los que extrajo extractos) de la localidad santiagueña de Icaño y comprobó las propiedades. La tesis de Reynoso fue dirigida por Nancy Vera, quien destaca que la validación de las propiedades medicinales de las plantas y la constatación de su inocuidad han sido recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Fuente: El Tribuno