La Sociedad Rural pone a disposición de la salud pública una zona de aislamiento de 130 plazas.
La pandemia de la covid-19 cambió las perspectivas individuales y colectivas. Nadie ha quedado exento al cambio de ritmo que nos impuso el coronavirus. Los gobiernos tuvieron que apelar a sus presupuestos para atender las urgencias, en algunos casos, y, en otros, para prevenir sus consecuencias. De igual modo, el sector privado tuvo que dejar de lado sus problemas cotidianos para inmiscuirse en una cuestión general, la sanitaria. En esa orientación, la Sociedad Rural de Tucumán y otras entidades intermedias y de beneficencia desplegaron su radio de acción para ayudar al otro. Como dice su presidente, Sebastián Murga, los grandes emprendimientos tienen más posibilidades de alumbrar cuando hay interacción entre lo público y lo privado. Así se terminó, el año pasado, el Centro de Convenciones en el predio ruralista de Cebil Redondo. Ocho meses después, frente a una pandemia, esas mismas instalaciones se reconvirtieron en un centro de aislamiento, con capacidad para 130 camas. “Esta obra es fruto de la solidaridad, del voluntariado de cientos de tucumanos que se acercaron, en plena cuarentena, a ponerse a disposición de la sociedad”, expresa Murga en la entrevista.
– ¿Cómo se logró instalar este complejo en poco más de 40 días?
– Nadie esperaba esta situación. En el mundo se desató una pandemia y, dentro de la comisión directiva, cada uno de sus integrantes dio su punto de vista respecto de qué hacer. Así como nos hemos enorgullecido al inaugurar el centro de convenciones, lo mismo experimentamos cuando tomamos la decisión de que estos galpones se conviertan en una suerte de hospital de campaña. Ojo, no lo hicimos solos. Esto también fue fruto de un aporte privado pero también público. Aquí intervinieron numerosos organismos que actuaron en sintonía. En esto hubo mano no sólo del sector agropecuario, sino también de empresarios, de independientes, de funcionarios, de organizaciones civiles y de las donaciones de los particulares que se acercaron a preguntar qué se necesitaba. Mañana (por hoy), entregamos las instalaciones, con todo el equipamiento donado, que será bendecido por el párroco de la zona.
– ¿Qué capacidad total tendrá?
– Además de las 130 camas para potenciales portadores del virus, se han dispuesto otras 25 para albergar al personal médico que necesite descansar si hiciera falta que se queden en el centro de aislamiento. Está todo acondicionado para atender las necesidades del sistema sanitario provincial por si ocurriera lo que todos no queremos que suceda. En este lugar, además, hay una playa de estacionamiento a disposición del parque automotor del Sistema Provincial de Salud.
– ¿Qué sensación les produce haber contribuido con esta obra?
– Responsabilidad y compromiso. Estoy convencido de que estamos haciendo lo que debemos hacer, lo que es nuestra obligación, más allá de nuestra tarea dirigencial y gremial. Nos abocamos de lleno a la cuestión sanitaria. Creo que esa es la obligación de todo dirigente, de que, ante cambios profundos que afectan a todos, dejemos de lado las cuestiones sectoriales y nos involucremos en una cuestión general. Siento que tenemos la obligación moral y cívica de ponernos al servicio de la comunidad. Pero que quede claro que no tenemos idea sobre medicina, más allá de contar con un equipo que nos asesora, porque no estamos para eso. Pero sí para aportar nuestro granito de arena.
– ¿Es una suerte de devolución de parte de la Rural hacia una sociedad que responde cuando ustedes convocan a algún evento?
– Creo que es un agradecimiento que hacemos a tanto acompañamiento que los tucumanos nos brindan, de todas aquellas personas que confían en nosotros cuando vienen a una Expo, de aquellos que apostaron para que concretemos el Centro de Convenciones y de los que participan en todas las actividades que desarrolla una entidad como la nuestra que tiene 113 años de historia, siempre comprometida con la sociedad. Aquí no hay nada que pueda ser interpretado como político; el problema es otro, sanitario, de salud. Estamos abocados a tratar de dar una mano y creo que los voluntarios han interpretado esto cuando vinieron a ponerse a disposición. Hubo mucha gente que puso sus recursos para que esto sea posible.
– ¿Cómo surgió el voluntariado?
– En el momento más difícil, hace 20 días, cuando todo el mundo tenía miedo de salir de sus casas. Muchas personas, particularmente jóvenes, nos vinieron a dar una mano. Cosieron, pintaron, armaron las camas y trasladaron las donaciones para equipar todo esto. La gente llamaba y un voluntario clasificaba la donación. Pusimos a disposición un CBU y habilitamos varias líneas telefónicas para canalizar las ayudas. Nos sorprendió tanta generosidad, tanta entrega de la gente. Pudimos apreciar, además, un gran compromiso de los profesionales de la salud del sistema público. Esta es una obra de la solidaridad tucumana; de todos, de una expresión espontánea y colectiva.
– A muchos de ustedes le significó destinar, además, más tiempo de lo previsto…
– Esto significó abstraernos de nuestras ocupaciones cotidianas. Personalmente, creo que todos estamos frente a mucha incertidumbre y temor. Todo esto que pasa en el mundo nos movilizó. Dicen que el temor inmoviliza, pero aquí hubo mucho compromiso. Observamos lo que sucedió y pasa en Italia, en España o en Estados Unidos y pensamos que había que abocarse al 100% para colaborar, conseguir las donaciones, armar la logística y terminar este centro. Ahora llegó el momento de rendir cuentas a todos aquellos que confiaron en nosotros. Por eso entregamos al sistema de salud estas instalaciones.
Fuente: La Gaceta